Robert Capa
Posted by MJLopez | Posted in | Posted on 19:36
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Pequeñas joyas.
Pequeñas joyas.
¿Cómo impartiriamos nuestros conocimientos?
Educación es construcción. Sería el sustantivo, mientras que docente el adjetivo. El concepto de educación estaría referido a todo aquello que engloba un sistema que nosotros hemos creado con el fin de poner normas, límites, valores y juicios dentro de la sociedad. El término docente vendría a significar todo aquello referente a la educación, o con algún tipo de relación a ella.
Educar, educere es: hacer salir, extraer, sacar, guiar, conducir; educare es: criar, cuidar, alimentar, formar, instruir.
Impartir conocimientos con respeto, siendo humano, pero firme. Sobre todo, y por encima de cualquier cosa, mostrando pasión por aquello que enseño, y creando asi ínterés por ello. Si no lo haces con pasión, jamás seras un buen maestro. Interesandote por los alumnos, creando una atmósfera de trabajo favorable para todos. Poniendo de mi parte sin esperar recibir cumplidos ni aplausos por ello. Siendo una guía, que hable sin tapujos, y diga La Verdad. Siendo afectivo, pasional, compasivo. Si sabes lo que es necesario, y de verdad deseas transmitirlo, el poder autoritario y el respeto a través del miedo quedan obsoletos y fuera de lugar. No seran necesarios.
Hablamos de arte, pensamos en el arte, sentimos el arte, compartimos el arte. ¿Por qué? Cuestionamos las nociones de arte, sus clasificaciones, sus libertades, su significado constantemente. Como ya dije en una ocasión anterior, ¿estaremos planteando las preguntas adecuadas? Quizás no obtengamos una solución por este mismo hecho, o quizás, y aun más sencillo, no queramos dicha solución. Ésta no existe para nosotros.
Geertz nos habla de marcos culturales diferentes, de la inutilidad del arte, y de cómo siempre se ha dado y ha estado presente en todos los ambitos y períodos históricos. No se puede admitir que un signo, un significado tenga una repercusión, una aceptación, una misma noción mundial.
El arte nos afinca en un contexto. Nos marca con su libertad unos límites tantos políticos como económicos y sociales. El arte es cultura. El arte nos culturiza. Culturizamos al arte.
Buscamos sentido a lo que hacemos a través del arte, y a través de este mismo, una iconografía que nos enmarque culturalmente.
Una lectura densa, impactante, provocativa, estimulante. Desde un principio atrae: El arte ha muerto. Nos engancha reflexionando y hablandonos de la hipotética muerte del arte en los campos de la percepción y la estética. Radical y extremedamente sensacionalista, nos hace entrever a lo largo de las páginas la agonía y posterior muerte del arte a nivel técnico, llegando hasta nuestros días, y asimismo nos ofrece su visión contraria de una no-muerte a nivel expresivo. Juzguen ustedes mismos.
En esta entrada hablaremos del libro "Reflexiones sobre arte, cultura y tecnología", y más concretamente de un capítulo de María de Corral, "el arte en este fin de siglo". Antes de comenzar a profundizar en dicho documento es importante saber un poco más sobre la autora del mismo. Es una comisaria de arte de nivel internacional, que ha dirigido numerosas muestras y fue directora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Codirectora de la Bienal de Venecia 2005, entre otros.
Al comienzo del texto, nos encontramos con la siguiente cita: "Tienes que amar el arte si su belleza se te revela". Y como bien dice María de Corral, en este siglo la belleza ya no nos es revelada, sino que tenemos que buscarla y encontrarla nosotros mismo. Este es el aclaratorio comienzo a raíz del cual se nos hace un breve repaso del arte en los años 80, con la vuelta a la pintura y el nuevo lenguaje personal, la consolidación de la mujer en el mundo del arte y la opción de la fotografía como método artístico y expresivo, además del nacimiento de nuevas tendencias relacionadas con el consumo de los “media”, los ordenadores y la publicidad.
En el texto se utiliza el término “posmoderno” para referirse al momento artístico de los años 80, término que se empezó a utilizar en esta época para referirse al “estado intermedio de conciencia que constituye la transición entre el antiguo y el nuevo modelo de realidad que se estaba construyendo.” La formación de la nueva concepción del yo, en este periodo absorbe a los artistas, quienes comienzan a tratar este tema en su obra.
Dice de Corral, que en este momento de la historia, los artistas empieza a interesarse por sí mismos. Yo y un mundo nuevo. El viejo concepto del artista frente un mundo posmoderno, donde los avances se sufren cada día y en todos los campos. La política, la sociedad, la economía, la era de la informática y la comunicación. En definitiva, una vida a toda prisa. En este contexto, una serie de artistas buscan información en su interior y en el mundo que les rodea para poder existir, dando como consecuencia una obra que habla de su propia búsqueda. Es el artista en este caso el que decide que es el arte. Es una manera descarada de hacer de su propia vida una obra de arte.
En este caso, son personas corrientes, que no necesitan ningún tipo de aptitudes para llegar a hacer una obra, sino una actitud.Una actitud que nace de la visión de Duchamp. Sienten la necesidad de contar lo que estan viviendo, lo que les pasa por dentro, su contexto en la vida, dejar huello de ello.
Transgredir. Innovar. Expresar y reflejar sentimientos en sentido material o conceptual. La novedad, la fugacidad, el consumismo, todo se envuelve en este nuevo arte. Como enormes transmisores de ideas amontonadas, contrapuestas, entremezcladas. Según Corral, el arte se convierte en un instrumento que comunica más que en un medio de entretenimiento. En este punto creo que se debería matizar este pensamiento, ya que aun siendo un arte que refleja el mismo interior del artista, seriamos hipócritas si dijesemos que ello se hace sin el sentimiento gratificante de "poder ser vistos, oidos y aplaudidos". Y esto siempre conlleva a la desmitificación del propio autor, y dada la situación, el arte no es más que otro producto que consumir, algo quebradizo y fugaz que nos sirve para entretenernos de nuestras propias vidas.
Es el fenómeno ocurrido en los museos de arte moderno y contemporáneo, los cuales han pasado a convertirse, de centros sacrílegos del arte más exquisito y elitista, a centros monumentales de entretenimiento masivo. Crítica, opinión correctamente fundamentada sobre la evolución de la exposición del arte para el público, y de cómo ha cambiado la percepción que de dicho mundo se tiene.
Es una retrospectiva sobre como han cambiado las cosas desde que los grandes museos americanos abrieron sus puertas en masa para el público en general, y sobre todo para un sector de este mismo, cuyo término llega a sonar despectivo en algunas ocasiones: los turistas.
Con la exposición celebrada en 1976, "King Tut", en el Metropolitan Museum of Art, el mundo del arte da un giro de 180º. Esta monumental muestra de los tesoros, las joyas y el propio Tutankamon, fija el que será hasta el día de hoy el mayor concepto a nivel empresarial jamás creado: el taquillazo museístico.
Los turistas pasaran por un museo igual que si recorriesen unos grandes almacenes, viendo solo lo que les interesa, menospreciando el resto, y con total indiferencia vanagloriandose de ello.
Comercialización tanto física como moral.
Y como consecuencia, brecha ya existente cada vez más acentuada entre el arte contemporáneo, y el público, la sociedad, la masa insaciable de algo "nuevo".
Antes nos podiamos quejar del elitismo que destilaban estos museos, los cuales eran considerados centros de sabiduría, reductos del placer estético, pequeños, desconocidos. Ahora se hallan transformados en centros comerciales repletos de colas, en grandes exposiciones, en muestras multitudinarias, en unos escaparates donde lo único que tiene relevancia es la "fama" del cuadro, la obra maestra, lo asentado ya como arte indestructible y eterno en las páginas de historia. Con un público poco selecto, apenas informado o totalmente desinteresado en aquello que no ve, sino que solo mira. ¿De qué nos podemos quejar ahora? ¿Era mejor el carácter elitista y aristócrata del mundo del arte, o esto otro, el arte por y para el pueblo? ¿No hay término medio entre ganancias empresariales y el beneficio artístico, didáctico, educativo?
¿Quienes han tomado dicha herencia sacándole el máximo partido, exprimiendo su esencia, desvirtuando su carácter y convirtiéndolo en la triste caricatura que es hoy día? ¿Nos miramos en el espejo?
¿En qué hemos convertido el arte? ¿Y la nueva generación? Es contraria, antagonista a la generación de sus padres. Odiando el arte contemporáneo tal como nosotros los bebemos, ¿es necesario ese extremo, necesita el arte de ello para poder hacer acto de presencia? ¿O somos nosotros, quienes escudandonos tras su causa intentamos hacer acto de presencia en el arte?
Lo usamos como herramienta capitalista para conseguir todo aquello que siempre hemos deseado, incluida la vanidad, el amor propio, el orgullo por la apariencia de un conocimiento falso, que solo empequeñece al que intenta poseerlo, y acaba destruyendo a aquel que lo tiene.
Hace que te replantees tus propios objetivos, tus propias metas. De cómo encarabas al arte, cómo un enemigo, cómo un amante, cómo un confidente. Te hace ser conciente de cuantas razones tienes tanto para odiar este mundo del arte como para amarlo. Aun siendo la tierra más hostil en la que te puedas hallar, nunca te aburres de ella, y te da todo lo necesario para sentir con pasión aquello que se te presenta como imposible. Lo ves, lo palpas, y finalmente, lo haces tuyo y a la vez de todos. Es todo y es nada.
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